Trump siembra la inquietud en Europa con sus presupuestos espaciales
Importantes misiones como el retorno de muestras de Marte o la estación lunar Gateway, en las que participa la agencia espacial europea, podrían ser eliminadas. También peligra la inversión en la estación espacial y la cadencia de vuelos de astronautas
Trump elimina drásticamente del presupuesto importantes misiones de la NASA

A principios de abril se filtró un documento que la administración de Donald Trump envió a la NASA. En él se informaba de que la intención del gobierno era reducir los fondos que recibe la agencia espacial en todo lo no relacionado con defensa ... o que no tuviera un rédito económico directo (lo que afectaba sobre todo al área científica). Los temores de muchos se concretaron finalmente la pasada semana, con la publicación del borrador del presupuesto para el año fiscal 2026, en el que se señalaba que importantes proyectos como la misión de retorno de muestras de Marte o la futura estación lunar Gateway se verían canceladas, al igual que proyectos que tengan que ver con cambio climático, como la 'aviación verde'. Otros, como el cohete SLS o la cápsula Orion, desaparecerán en los próximos años, en favor de empresas privadas (como SpaceX, compañía del hasta hace poco mano derecha de Trump, Elon Musk). Y programas en desarrollo, como la Estación Espacial Internacional (ISS), verán sus aportaciones gubernamentales reducidas a la mínima expresión.
El borrador tendrá que ser aprobado en los próximos meses (antes del 30 de septiembre) por el Congreso de los EE.UU., donde muchas voces se han alzado en su contra. «Diezmarán los esfuerzos de investigación y educación de la NASA y eliminarán la financiación para los científicos dedicados de nuestra nación. En lugar de erradicar el llamado 'despilfarro gubernamental', este presupuesto pone en riesgo el liderazgo estadounidense en ciencia, tecnología e innovación», señaló la congresista demócrata Grace Meng. «Ninguna manipulación cambiará el hecho de que esto pondría fin a misiones críticas, reduciría drásticamente la fuerza laboral y pondría en riesgo nuestro liderazgo científico a nivel mundial», indicó por su parte George Whitesides, demócrata por California y vicepresidente del Comité de Ciencias de la Cámara de Representantes.
No son los únicos: a las pocas horas, la Sociedad Planetaria, un organismo creado por el mismo Carl Sagan junto con otros importantes científicos espaciales para impulsar la investigación más allá de la Tierra, calificó de «propuesta destructiva» y «retroceso histórico» el presupuesto de Trump, que en la práctica reduce de los 24.800 millones aprobados para 2025 a 18.800, lo que supone un recorte del 24% (y casi la mitad afecta a proyectos científicos). Por su parte, la Coalición para la Exploración del Espacio Profundo, que engloba a empresas como Boeing, Lockheed Martin y Northrop Grumman, definió como «profundamente preocupante» el borrador preliminar. Incluso la Federación Espacial Comercial (CSF), entre cuyos miembros se encuentra SpaceX, señaló que, si bien está de acuerdo con el enfoque comercial, «las reducciones propuestas a las ciencias espaciales y terrestres, la tecnología espacial y la actividad en la órbita baja terrestre y la ISS tendrán importantes consecuencias negativas para la postura global de Estados Unidos y la economía espacial comercial».
Las voces discordantes no se limitan solo a los EE.UU.: hasta ahora el espacio, y sobre todo la NASA, han sido lugares de colaboración internacional. Sin embargo, de obtener luz verde los presupuestos tal y como se presentan ahora mismo -a finales de mes la administración de Trump hará pública su propuesta al completo, por lo que aún puede haber sorpresas-, este viraje podría afectar a muchos organismos, incluida la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés) y, por ende, a empresas españolas que trabajan con ella.
Prioridades: ganar a China y llegar a Marte
«La prioridad de la administración es regresar a la Luna antes que China y enviar a un estadounidense a Marte. El presupuesto impulsará misiones y proyectos científicos y de investigación prioritarios, poniendo fin a programas financieramente insostenibles», explica la NASA en un comunicado en el que también se indica claramente que la inversión irá destinada a «tecnologías espaciales transformadoras» y que se reorientarán los fondos a «proyectos más adecuados para el liderazgo del sector privado». Con estas palabras Trump descarta la idea que planteó con Musk al principio de su mandato de dejar de enfocarse en nuestro satélite para directamente pasar al planeta rojo; no obstante, no lo hace porque la Luna sea un campo de pruebas perfecto para ir a Marte (argumento que esgrimen la mayoría de los expertos), sino por motivos políticos.
Esto no quiere decir que el Programa Artemis, impulsado por el propio Trump en su anterior mandato, no vaya a sufrir cambios. Para empezar, el lanzador Space Launch System (SLS) y la cápsula Orion -que ya se han utilizado para la misión no tripulada Artemis 1- dejarían de usarse a partir de Artemis 3, el primer viaje tripulado a la Luna previsto para 2027 que volverá a llevar astronautas sobre su superficie. Además, la estación lunar Gateway, el lugar donde estaba previsto que vivieran las tripulaciones, también quedará cancelado si se aprueban estos presupuestos.
En ambos proyectos, en los que ya se han invertido miles de millones de dólares, la ESA participa de forma sustancial. En el caso de la cápsula Orion, empresas europeas bajo contratos de la agencia europea diseñaron y construyeron el módulo de servicio, un componente vital de la nave que proporciona no solo potencia y propulsión a la nave, sino también agua y oxígeno a los astronautas. Asimismo, la ESA tenía contrato para otros tres equipos similares que proporcionarían tres asientos a la Luna de astronautas europeos. En cuanto a Gateway, la ESA participa en cuatro de los siete módulos previstos. Uno de ellos, llamado HALO (Habitation and Logistic Outopost), fue presentado hace tan solo unos meses en Turín, donde se revelaba que se había llevado a cabo una inversión de unos 5.000 millones de euros.
«La NASA ha informado a la ESA sobre el proyecto de presupuesto y, si bien aún quedan algunas dudas sobre sus repercusiones totales, ya se están celebrando reuniones de seguimiento con la agencia espacial estadounidense», señala en un comunicado el director general de la ESA, Josef Aschbacher. «La ESA se mantiene abierta a la cooperación con la NASA en los programas que se reducirán o cancelarán, pero está evaluando el impacto con los estados miembros en preparación para el Consejo de la ESA de junio».
Es decir, Europa se mantiene abierta a la cooperación, pero «se evaluarán, junto con los estados miembros, las posibles acciones y escenarios alternativos para los programas de la ESA afectados y la industria europea relacionada». Aschbacher además recuerda a Trump la «larga trayectoria de colaboración exitosa» entre ambas agencias y que «la exploración espacial es una tarea en la que el colectivo puede llegar mucho más lejos que el individuo».
¿Una oportunidad?
Otra titánica empresa en la que la ESA se ha embarcado junto a la NASA es la misión Mars Sample Return (o retorno de muestras de Marte). Fue pensada como una suerte de 'extensión' de la tarea del rover Perseverance, que desde 2021 ha recolectado una treintena de muestras de diferentes rocas marcianas del cráter Jezero, un lugar en el que se cree que hubo un lago hace más de 3.500 millones de años. Ahí es donde ha hallado muestras bastante prometedoras de posible vida pasada en Marte (una en concreto con marcas que podrían sugerir pruebas de microbios antiguos) que esperaban ser traídas a la Tierra en la próxima década para ser estudiadas. La complejidad de la misión y unos costes disparados ya obligaron a la anterior administración a replantear el ambicioso proyecto. Trump parece que quiere directamente eliminarlo.
«Obviamente, todo esto tendrá un impacto», señala a ABC Mariella Graziano, directora ejecutiva de Estrategia y Desarrollo de Segmento Vuelo de la compañía española GMV, referente en el sector aeroespacial europeo. De hecho, la empresa patria junto con la vasca AVS están trabajando en el sistema de visión del brazo robótico de la Mars Sample Return, que debía recoger la muestra e insertarla en la cápsula que regresaría a nuestro planeta. «Aunque todavía no es una decisión en firme, ya estamos hablando con la ESA para proponer alternativas. Una tecnología como esta va a hacer falta para futuras misiones de exploración espacial, ya sea para la NASA o para otras agencias, para Marte o para la Luna. Pero obviamente que una agencia tan potente como esta decida eliminar una misión así tendrá consecuencias», indica.
No obstante, para Graziano, aquí también surge una oportunidad. «Europa tiene que trabajar por su independencia tecnológica y, con ello, también convertirse aún más en un 'partner estratégico' -o un compañero muy deseable para tener cerca en misiones espaciales-, porque el espacio es y seguirá siendo un lugar muy hostil, muy complejo y, por todo ello, muy caro de alcanzar en solitario, por lo que es necesario cooperar para lograr grandes cosas».
Después de superar la grave crisis de lanzadores que privó durante casi dos años a Europa al acceso autónomo en el espacio (y tener que depender de otros, incluidos los Falcon de Musk), la tarea pendiente que la agencia europea se ha propuesto tachar de la lista ahora es crear su propia nave, como la Orion o la Crew Dragon, de SpaceX, tanto para carga como, en un futuro, tripulaciones humanas. Con ella podrá, por ejemplo, enviar a sus astronautas a la ISS, el laboratorio orbital que también está en la picota de Trump y del que planea reducir sus visitantes en la medida de lo posible, lo que también podría afectar a la cadencia de astronautas europeos en el espacio.
Repercusión en España
La ESA también se ha propuesto llevar su propio rover a Marte, el Rosalind Franklin, en 2028. En un principio, Europa se apoyaría en Rusia para esta ambiciosa empresa, pero tras la guerra en Ucrania, la ESA decidió cortar relaciones con la agencia espacial Roscosmos, quien construiría el aterrizador, y recurrir a la NASA como nuevo compañero al planeta rojo. Un proyecto que, de momento, parece no peligrar y en el que también hay intereses españoles, ya que la compañía madrileña Sener ha creado algunos de los componentes críticos para la misión y GMV trabaja en el centro de control del rover mismo. GMV y Sener no son raras avis: PLD Space, DHV, Satlantis, Alen Space, ARKADIA, AVS, Pangea Aerospace… Todas pugnan por hacerse un hueco en el espacio desde la península. Eso sin contar con las divisiones españolas de Airbus o Thales Alenia Space, nombres habituales entre los colaboradores de las principales misiones espaciales.
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«A veces no nos damos cuenta de que Europa, incluyendo España, están a la vanguardia en muchos campos del espacio, como también el de la ciencia y de la exploración. No nos tiene que asustar la situación, porque aunque claramente se introducirán parámetros nuevos que irán enfocados a la comercialización o a nuevas colaboraciones y alianzas internacionales, la ciencia seguirá siendo necesaria, y el deseo humano de explorar seguirá empujándonos a nuevos retos», dice Graziano, que remarca que este enfoque está en el ADN de la ESA. «No debemos perder nuestros valores, porque son muy importantes y nos hacen lo que somos. Y cuatro años que dura un mandato no significan nada en un sector como el espacial».
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