'Nací sobre una rotativa. Las empresas culturales de Ortega y Gasset', de Ignacio Blanco: el Ortega periodista

El Ortega que retrata Blanco en 'Nací sobre una rotativa' (Tecnos) se presenta ante el lector como un hombre testarudo, valiente, frágil, irritable, transgresor y comprometido con la divulgación del conocimiento.

ENSAYO

'Nací sobre una rotativa. Las empresas culturales de Ortega y Gasset'

• Autor Ignacio Blanco
• Editorial Tecnos
• Año 2023
• Páginas 320
• Precio 18,50 euros

Si de algo se sirve el catedrático de Periodismo de la San Pablo CEU para retratar a Ortega es justamente de sus dobleces y avatares, sus defectos, desfallecimientos y obcecaciones sobre la cosa pública y la participación del hombre de letras como una criatura inmersa en su tiempo.

A diferencia del Ortega que pudo retratar Jordi Gracia hace unos años, el de Blanco se edifica en los datos y las fechas. Narra en seis bloques cronológicos, la larga carrera de relevo que para Ortega y Gasset supuso la empresa periodística.Integrante de una familia muy vinculada con la prensa, creció en ella. Los Gasset eran propietarios de 'El Imparcial', y su padre, José Ortega Munilla, además de director de 'El Imparcial', fue académico y escritor. Si un intelectual quería influir en su tiempo, no disponía de otra arma sino los periódicos. «Ni la cátedra ni el libro tenían eficiencia social», afirmó en 1932.

Lo hizo convencido de que el pueblo «no admite lo distanciado y solemne». Persuadido, sin embargo, de que la educación y la cultura eran el camino para la regeneración social, impulsó medios de comunicación como el semanario 'España' (1915), el diario 'El Sol' (1917) y la 'Revista de Occidente' (1923), y fue gracias al periodismo que su pensamiento traspasó las fronteras hasta llegar a Latinoamérica. Colaborador de 'La Nación', en Argentina, Ortega se reparte entre la divulgación, el periodismo cultural y la reflexión empecinada sobre las inaplazables reformas que España necesita. Cosmopolita y empecinado lector, no consigue Ortega despegarse de la reflexión política. Este modo de creación literaria fue performativo en el pensamiento de Ortega, y favoreció la auténtica democratización de su filosofia de la razón vital.

Un pulso constante, una angustia permanente. Arremete contra el tópico que ha inducido a los escritores que creen entender de política simplemente por ser gente de letras o de ciencias. La prensa escrita es el centro de su actividad más temprana, un espíritu que se mantiene en el tiempo. «Un periódico que sólo periódico puede ser, pero que quiera serlo plenamente, debe caminar guiado por una grave conciencia de su responsabilidad social (.) Es un creador o educador de opinión, no un siervo de ella», escribe en 1916. Su vigencia es pasmosa.