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Carlos III apuesta por la sostenibilidad en un Trooping The Colour marcado por el luto

El minuto de silencio en honor a las víctimas del accidente aéreo en la India ha sido lo más emocionante de la jornada

Caballos, aviones y pompa real: todos los detalles del Trooping the Colour

EFE
Ivannia Salazar

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Este sábado, el centro Londres se despertó con el estruendo acompasado de los tambores y las salvas de cañón que anuncian el desfile anual del Trooping the Colour, la ceremonia que marca el cumpleaños oficial del monarca británico y que, con el paso de los siglos, se ha convertido en una expresión meticulosa de continuidad institucional, rigor militar y espectáculo popular.

Miles de personas se congregaron desde primera hora en The Mall, la avenida ceremonial que conduce al Palacio de Buckingham, para presenciar una tradición cuyo origen se remonta, al menos, a mediados del siglo XVIII, cuando los regimientos desfilaban frente al soberano para que este reconociera sus colores de batalla. Sin embargo, este año, el despliegue de esplendor estuvo atravesado por un gesto de duelo. A petición del Rey Carlos III, todos los miembros de la familia real presentes en el desfile, así como los oficiales a caballo y el personal uniformado de las caballerizas reales, llevaron brazaletes negros en señal de respeto por las víctimas del accidente aéreo de Air India, ocurrido esta semana.

El monarca, de 76 años, siguió el acto desde un carruaje, acompañado por la Reina Camila, debido al tratamiento que recibe desde principios de año tras ser diagnosticado con una forma no especificada de cáncer. La elección del vehículo, en lugar de desfilar a caballo como en otras ocasiones, no restó solemnidad al momento en que el Rey pasó revista a las tropas, saludando con gesto contenido a los Coldstream Guards, el regimiento que este año ha tenido el honor de «trofear» su bandera. Fundados en 1650 por orden de Oliver Cromwell, los Coldstream celebran en 2025 su 375 aniversario, una efeméride que refuerza el peso simbólico de su presencia en esta edición de la ceremonia.

Pero ha sido, sin duda, el minuto de silencio en recuerdo de las más de doscientas sesenta víctimas del vuelo AI171, siniestrado en las inmediaciones de la localidad india de Ahmedabad tras un fallido intento de despegue, el momento más sobrecogedor de la jornada. El sonido del «Last Post», un toque de corneta militar que se utiliza en ceremonias para rendir homenaje a los caídos, marcó el inicio de ese tributo silencioso, seguido por el Reveille, la llamada al despertar, en lo que fue interpretado como una alusión al ciclo de vida. «El Rey ha querido honrar no solo a quienes perdieron la vida, sino también a las familias en duelo y a las comunidades afectadas», indicó un portavoz de palacio.

Entre las figuras más esperadas del día se encontraba la Princesa de Gales. Su llegada, acompañada por sus hijos y el Príncipe Guillermo, generó una oleada de vítores entre los asistentes, muchos de los cuales portaban recortes de cartón a tamaño real de la princesa o lucían atuendos inspirados en su estilo. La Princesa Charlotte, de diez años, vistió de azul a juego con su madre.

El acto incluyó también el tradicional sobrevuelo de la Royal Air Force, uno de los momentos más icónicos de la jornada, que fue observado desde el balcón de Buckingham por el Rey, la Reina, el Príncipe Guillermo, la Princesa Catalina y otros miembros de la familia real.

Este año, sin embargo, el «flypast» contó con una novedad de alcance histórico: los aviones de los Red Arrows, el equipo acrobático de la RAF, emplearon por primera vez una mezcla de combustible sostenible, compuesto por un 40% de SAF (sustainable aviation fuel, un tipo de combustible sostenible que contamina menos), combinado con queroseno convencional, así como un biocombustible renovable a base de aceite vegetal hidrotratado (HVO) para generar las estelas de humo. Según señaló la propia RAF en un comunicado, se trata de la primera vez que una patrulla acrobática nacional utiliza simultáneamente dos combustibles respetuosos con el medio ambiente, un gesto alineado con los esfuerzos de la Corona por promover una transición ecológica dentro de las fuerzas armadas.

Desde el palco de autoridades en Horse Guards Parade, el rey contempló el paso ordenado de más de 1.400 soldados, 200 caballos y 400 músicos en uniforme de gala. La ceremonia, estructurada con precisión casi litúrgica, incluyó también una salva de 41 cañonazos disparada desde Green Park, así como una revisión de las tropas por parte del monarca, que lució el uniforme de los Coldstream Guards, con la gorra y la túnica reglamentaria de ese regimiento. Sobre su pecho, una docena de medallas y condecoraciones atestiguaban su vínculo con las fuerzas armadas de varios países de la Commonwealth, entre ellas la Medalla del Jubileo de Platino de Isabel II y la Cruz del Servicio Canadiense.

El Trooping the Colour, que se celebra desde 1748 como cumpleaños oficial del soberano británico, independientemente de la fecha real de nacimiento debido al buen tiempo de junio, ha sido a lo largo de los años un ejercicio de reafirmación institucional. El telón de fondo esta vez, sin embargo, fue la sombra de una tragedia en investigación. La decisión del Rey Carlos de incorporar un homenaje explícito a las víctimas en el marco de su celebración más emblemática refuerza la dimensión simbólica del acto, una ceremonia nacional convertida, por un día, en una pena compartida más allá de las fronteras del Reino Unido.

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