de lejos
¿Por qué el abuso del poder político ha dejado de tener consecuencias?
No hay que engañarse. En el núcleo de esta conspiración contra América está el cuestionamiento del Estado de Derecho
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Mientras Trump amenaza con invadir California y se prepara este sábado para celebrar su cumpleaños con un desfile militar en la capital, la pregunta resulta inevitable: ¿Estamos siendo testigos del final de la democracia en Estados Unidos? Con una rapidez asombrosa y una ambición sin límites, ... el nuevo ocupante del despacho oval no solamente ha cuestionado, sino que intentad desmantelar, el orden político, económico, cultural e internacional generado a partir de las cenizas de la Segunda Guerra Mundial. Lo ha hecho con una radicalidad difícil de imaginar incluso por sus más fervientes partidarios y detractores.
Como ha resumido Peter Baker, corresponsal jefe ante la Casa Blanca del New York Times: «Trump ha sumido en el caos a EEUU purgando a sus enemigos internos, atacando a sus aliados externos, cerrando una agencia federal tras otra y amenazando a otras, entregando las herramientas del gobierno a un multimillonario no electo, ignorando múltiples leyes, intentando reescribir la Constitución e incluso coqueteando con la idea de permanecer en el poder más allá de su límite de dos mandatos». Hasta desafiar abiertamente la autoridad del Congreso y del Poder Judicial.
No hay que engañarse. En el núcleo de esta conspiración contra América está el cuestionamiento del Estado de Derecho, la quiebra del principio jurídico de igualdad y la condicionalidad del imperio de ley. El resultado ha sido la impunidad de un Donald Trump, que ni tan si quiera ha tenido que responder por el asalto al Capitolio para revertir el resultado de las presidenciales del 2020. Y ahora abusa de su poder sin consecuencias.
El daño de políticos no sometidos a rendición de cuentas no es monopolio de Estados Unidos. Lo sabemos muy bien en nuestra querida España del aforamiento cañí, la eterna sobremesa de la DANA, la colonización de instituciones independientes (desde el su-fiscal-general hasta el Banco de España, pasando por el CIS de Tezanos) y las vergonzosas sesiones de control al gobierno de los miércoles. Por no responder, ya no se responde ni a las preguntas de los periodistas.
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