EN CLAVE DE TRON
Hora de reformar la Ley del Menor
La última salvajada contra ese chaval con parálisis cerebral grabado, humillado y golpeado debería ser un puñetazo en nuestras conciencias
Que sí, que sí... que aguantará
Cultura de Defensa
Esta semana supimos de un caso de acoso escolar a un menor con parálisis cerebral (ojo a esta circunstancia) en un instituto de Santander. Reconozco que no he soportado verlo entero, ni he podido escuchar por completo el audio. Me resulta insufrible. Cuatro alumnos del ... instituto fueron expulsados cinco días, ¡sólo una semana escolar!, por agredir a ese compañero de clase de 16 años de edad con una severa discapacidad motora. Estos monstruitos grabaron la escena, mofándose hasta el límite mientras acosaban al chaval. Le golpean, se burlan, le empujan, le provocan. Y la víctima... absolutamente indefenso. Además, otro elemento convierte este caso en aún más terrible: la madre del chico se enteró de lo que estaba pasando cuando vio la grabación en el móvil de su propio hijo. Y es que los agresores se lo enviaron a la propia víctima.
Tras esos cinco días de «expulsión», agresores y víctima han vuelto a convivir diariamente en las aulas. La madre de la víctima denunció los hechos ante la Policía y ante la Consejería de Educación de Cantabria, que asegura que ha abierto un procedimiento de acoso. El vídeo está rulando por todas partes y, sinceramente, yo me niego incluso a reproducir el audio.
Si algo ha cambiado en el mundo y, especialmente, en el planeta de los jóvenes es el entorno digital, las redes sociales, los teléfonos móviles... La barbaridad contra la educadora social de Badajoz pareció un puñetazo en las conciencias, pero el vídeo contra ese chaval con parálisis cerebral grabado, humillado y golpeado es especialmente repugnante. ¿Alguien ha pensado en los sentimientos de Antonio, ese chaval? ¿Qué debió pasar por su cabeza al ver el vídeo que le enviaron sus propios agresores? Y menos mal que Lucía, la madre, lo descubrió... Es más, si los salvajes estos llegaron a tal punto de agredirle a golpes y colgar el vídeo en las redes, la cuestión es: ¿qué no le habrán hecho en ocasiones anteriores?; ¿hasta donde llegaron antes en sus mofas y humillaciones? Insisto, no soy capaz de imaginar el miedo, la vergüenza y los sentimientos de Antonio, a pesar de su parálisis cerebral.
Pese a su actualización hace solo unos años, se hace ineludible una readaptación de la Ley del Menor. Urgente, valiente y clarita. Y no se me va de la cabeza el bueno de Antonio. ¿Nadie vio nada extraño? Ni otros alumnos, ni los profesores... ¿Absolutamente nadie sospechó nada tiempo atrás? ¿Cuántos «Antonios» hay sufriendo esos acosos?
PD: Al día siguiente de estallar el caso, padres y alumnos del centro se concentraron en apoyo de Antonio al grito de «expulsión, expulsión» de los agresores. Más de doscientas personas se reunieron a las puertas del instituto para pedir justicia.
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