'Caminar entre dinosaurios': un viaje al pasado desde el presente
La serie documental en Movistar plus+ explora a través de los paleontólogos la historia de estos reptiles
Jacob Elordi: «Hoy se produce mucho contenido sin sentido, pero 'El camino estrecho' es algo importante»

Veinticinco años después de su revolucionaria emisión original, 'Caminando entre dinosaurios' regresa a las pantallas. Lo hace con la ambición intacta, pero con un nuevo enfoque narrativo y visual que pretende redefinir lo que el género documental puede ofrecer en la era del 'streaming'. ... La nueva entrega, compuesta por seis episodios que se estrenarán semanalmente a partir de este sábado 7 de junio en Movistar Plus+, es fruto de una coproducción internacional entre BBC Studios, PBS, ZDF y France Télévisions, que se unieron en esta invitación a viajar al pasado más remoto de la Tierra con la mirada rigurosa de la ciencia y la emoción de la gran narración cinematográfica.
En esta serie documental, cada episodio se construye a partir de una excavación real. Así lo explicó Andrew Cohen, productor ejecutivo de la BBC Studios Science Unit, en una entrevista concedida a ABC en Londres: «todas las historias están basadas en un fósil que está saliendo de la tierra. Es un poco como una escena del crimen, donde intentas reconstruir qué pasó hace millones de años».
Ese enfoque, casi detectivesco, es el que permite dotar a los dinosaurios protagonistas de una dimensión emocional inesperada. «Cuanto más nos apoyábamos en la ciencia, más podíamos contar una historia que se sintiera emocional. Se trataba de construir algo a partir de todo ese conocimiento científico y usarlo para dar vida a un personaje completo», afirmó Cohen. Uno de esos personajes es Clover, una cría de dinosaurio que aparece sola y vulnerable en el primer episodio. Su pequeño tamaño y su comportamiento evocan al de un cachorro, algo que genera una empatía inmediata con la audiencia. Para Cohen, de hecho, Clover es «uno de los mejores personajes de toda la serie».
Así, cada uno de los seis episodios se centra en un dinosaurio distinto, encontrado en un enclave diferente, desde las áridas dunas de Marruecos hasta los valles canadienses, pasando por los yacimientos portugueses. En todos los casos, el objetivo es el mismo, trasladar al espectador a un momento específico de la vida de esos animales y, a través de una combinación de evidencias fósiles y herramientas narrativas, recrear una escena posible de su existencia. «La idea de permitir al público, a los niños, niñas, familias enteras que vean esto, ser viajeros en el tiempo y venir con nosotros, empezar en el presente y retroceder para entender lo que ocurrió, me recuerda un poco a... ¿has visto la película Titanic? Es una historia de viaje en el tiempo», comentó Cohen durante la conversación. La comparación no es casual. Igual que la película de James Cameron usaba un relato y un personaje contemporáneo como puerta de entrada al pasado, 'Caminando entre dinosaurios' arranca con la imagen del trabajo de campo de un equipo de paleontólogos en pleno proceso de excavación, como si el presente fuera apenas la primera capa de un relato muy antiguo que merece ser contado.
«El público hoy tiene muchas opciones. Ya la gente no decide simplemente si va a ver un documental o una serie de ficción. Vienen a buscar narración. Quieren una experiencia de alto nivel. Así que creo que es muy importante crear algo que se sienta tan ambicioso como las mejores series dramáticas del mundo». Para lograrlo, se puso un especial cuidado en la fotografía, la música, la animación digital y el ritmo narrativo. Todo ello bajo la premisa de que la ciencia puede ser tan emocionante como una ficción de prestigio.
Así, la verdadera apuesta está en el equilibrio entre arte, ciencia y entretenimiento. La BBC, fiel a su vocación de divulgación desde los primeros tiempos de David Attenborough, ha querido que 'Caminando entre dinosaurios' despierte la fascinación, y también la curiosidad. «Siempre hemos sentido que una de nuestras misiones es inspirar a la próxima generación para que sienta curiosidad por la ciencia y tal vez decida dedicarse a ella», declaró Cohen. En este sentido, mostrar a los científicos en acción, con sus dedos manchados de tierra o con sus herramientas rascando piedra, no es una decisión estética, sino una declaración de principios, porque hay belleza también en el método, en el esfuerzo meticuloso, en la búsqueda de conocimiento.
La serie se enfrenta, no obstante, a un entorno mediático complejo. En un momento en el que los vídeos breves dominan las plataformas digitales y la atención parece fragmentarse en intervalos de segundos, la pregunta es inevitable, ¿quién va a ver una serie como esta? Cohen, que tiene tres hijos de entre 16 y 21 años, es consciente del reto, pero mantiene la esperanza: «Mi experiencia es que sí, aunque hay mucho contenido corto y brillante que la gente ve, si cuentas bien la historia, y si la presentas bien, personas de todas las edades querrán sentarse juntas y ver media hora o una hora, como en este caso, para aprender algo y entretenerse».
Ese deseo de ofrecer una experiencia compartida, intergeneracional, también explica la variedad de personalidades de los dinosaurios protagonistas. «Queríamos tener una variedad de personajes con los que la gente pudiera conectar de diferentes formas», señaló Cohen. Desde el melancólico Grande, un titanosaurio portugués en el ocaso de su vida, hasta la adolescente Rose, un 'Albertosaurus' en plena lucha por hacerse oír en su grupo, o Albie, un 'Pachyrhinosaurus' que comparte nombre con el perro de Cohen y que, por ello, se convirtió en su favorito.
La producción ha supuesto un esfuerzo global, con equipos de ciencia, animación y producción distribuidos por todo el mundo. Aunque muchas de esas colaboraciones fueron virtuales, la sensación general fue la de pertenecer a un mismo equipo, según explicó Cohen, ya que «todos trabajaron muy de cerca porque querían hacer una serie que realmente cambiara el mundo». Esa ambición colectiva, la misma que dio origen a la serie original en 1999, sigue siendo el motor del proyecto, incluso en un ecosistema mediático radicalmente distinto.
Mirando hacia atrás, el propio Cohen admite que el proceso no ha estado exento de inseguridades debido a la magnitud de la obra. «Siempre me siento intimidado. En cierto sentido, ese pequeño miedo es parte de cualquier cosa que haces. Si no tienes ese sentimiento, es que no lo llevas en el alma cuando lo haces», confesó. Sin embargo, tras años de desarrollo, el resultado final le produce satisfacción. «Fue un placer verla, y tengo muchas ganas de compartirla con el público», concluyó.
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