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Carlos Herrera:«Me gusta el sevillano soso, medido, con gracia contenida»
El periodista, hijo adoptivo de Sevilla, desgrana en la entrevista de Ignacio Camacho su visión sobre el futuro de la ciudad, la evolución de Andalucía y opina sobre los líderes regionales de PP y PSOE
«El año que viene me escucharán en la Cope, aunque no sé cuándo»
«El sanchismo es un ejército de termitas que carcome al Estado»
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-Hijo adoptivo de Sevilla… ¿los sevillanos nacemos donde nos da la gana?
-Eso se atribuye a los de Bilbao. En un país con tanta movilidad como España, es común nacer en un lugar y criarse o madurar en otro. Es verdad que uno ... es de aquellos lugares a los que cuando uno llega tiene la sensación de que ése es su sitio en el mundo. Y yo tuve la sensación de que Sevilla era la tierra prometida.
-Quién adoptó a quién. ¿Sevilla a usted o usted a Sevilla?
-A Sevilla se la atribuye una cierta costra que la hace impenetrable a los recién llegados, que tardan mucho en dar con las claves de la ciudad. A mí me pareció que esas claves eran un juego infantil. No aprecié esa impenetrabilidad y entendí que todo dependía de la voluntad de adaptarse.
-Eso que decía el pintor Santiago del Campo, de que Sevilla es una cancela, que deja ver el interior pero no deja pasar…
-Es una metáfora excelente, pero la llave de esa cancela está colgada. Sevilla no tiene poderes misteriosos.
-¿Por qué eligió Sevilla? ¿O lo eligió Sevilla a usted?
-Mi abuelo era juez en Sevilla, está enterrado aquí. Mi padre pasó mucho tiempo en ella. Era el suyo el relato de un tiempo vivido en plenitud familiar, y al llegar sentí el olor de cotidianeidad que me gustaba. El tamaño de la ciudad hecho a la medida del hombre. La Sevilla manejable, que puedes hacer a pie, ese perímetro estaba lleno de pequeñas historias que a veces me llevaban a los Quintero, otras veces a Montesinos o a Cernuda, y siempre a Machado. Hay aromas literarios de Sevilla que me han subyugado. Y luego esa pasión que ponían los voceros de la ciudad en defender la pureza de las tradiciones, que a veces tenía un furor dramatizado, pero me parecía pintoresco. Y con el tiempo me he vuelto yo uno de ellos -risas.
-Y pregonero de la Semana Santa -risas-. Usted ha vivido siempre en el centro.
-Sí. En la Alfalfa, en el Museo, en el Arenal. Pero siempre acabo volviendo a la Alfalfa, a la Candelaria, a la calle Vírgenes, donde estaba Radio Popular…
-¿Y cómo vive el fenómeno de saturación turística?
-Como un jarabe amargo que si quieres curarte te tienes que tomar. No tenemos uranio, ni sílice, ni fabricamos automóviles… hay talento tecnológico pero somos una ciudad de servicios. Y si eso convoca a mucha gente, tendremos que aceptarlo. Aprendes a hacerlo, a saber a qué sitios puedes y a cuáles no porque están tomados por los visitantes, aunque los sevillanos los considerásemos exclusivamente nuestros. El Rinconcillo, por ejemplo.
-¿Es partidario de limitar? Tasas, aforos…
-Tasas sí. Regular los apartamentos, también. Yo quiero que cuando un barcelonés venga aquí pague lo mismo que yo cuando voy a Barcelona. Y creo que hay que cobrar en la Plaza de España. Con pase para los sevillanos, eso sí. No pasa nada.
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«A mí me gusta el sevillano soso, el sevillano medido. El sevillano fino. Con gracia pero con contención»
Carlos Herrera
-¿Los sevillanos nos damos en espectáculo al visitante, como decía Ortega?
-Ruano decía algo parecido de Lorca: toda la vida hablando de ayes y limoneros. Hay veces que nos recreamos excesivamente en la puesta en escena identitaria. Aunque no sea una puesta en escena excluyente. A mí me gusta el sevillano soso, el sevillano medido. El sevillano fino. Con gracia pero con contención. Ese camarero malaje…
-¿Usted es un rancio?
-Sí. A mucha honra. Yo creí que nunca lo sería, pero me he sorprendido a mí mismo diciendo que las cosas ya no son igual que antes, -risas-. Y al tiempo me gusta reírme de los rancios.
-¿Existe un canon de sevillanía?
-Hay muchas Sevillas en Sevilla. Hay Sevillas que han crecido ante nuestros ojos, que a veces ni conocemos. Esa Sevilla Este, por ejemplo. Es una ciudad en sí misma. Alcosa, la Oliva, San Diego, barrios de aluvión, son Sevillas distintas pero esenciales. Y cada sevillano es diferente. Hay una ciudad soñada, y rasgos comunes, y elementos de socialización conjunta: las hermandades, los clubes de fútbol…
-Y todo se funde en la Semana Santa.
-Claro. La Semana Santa es el gran teatro de Sevilla. El teatro de las emociones.
-Pero…¿es solo teatro o es de verdad?
-Es que el teatro es verdad. Una cosa muy seria. No hablo de una figuración, sino de la expresión real de una forma de entender la vida. Hay hermandades como el Cerro, que son la argamasa de sus barrios. Señas de identidad que unen.
-¿Y no ve un riesgo de crisis de éxito, de morir de éxito?
-La Semana Santa lleva muriendo de éxito desde que yo llegué. En el 77. Podías entonces ver pasar una cofradía completa en 25 minutos… Y ahora, ya ves… se hace eterno. Pero qué hacemos. Yo pondría numerus clausus de nazarenos, pero esto no es popular decirlo. Algo habría que hacer para contener la fiesta en unos márgenes razonables. En cualquier caso, es una emoción bellísima, conmovedora.
-¿Y por qué no hacemos todo tan bien como la Semana Santa y la Feria? Esa energía, esa organización…
-Eso se le dice también a los gaditanos con el carnaval. Yo creo que tampoco hacemos tan mal las otras cosas. Fíjese después de la Expo, que parecía que todo se iba a hundir… y hoy hay una Cartuja llena, una industria aeronáutica… no es sólo el atractivo del turismo y de la hostelería. Hay que hacer más, desde luego. Yo convertiría, por ejemplo, la Fábrica de Tabacos en el gran museo de Sevilla. Y haría un parador en la Plaza de España. Y soterraría el Paseo de Colón…
-Málaga nos tomó la delantera.
-Ha hecho algo admirable, y es que no siendo una ciudad atractiva por sí misma se ha hecho atractiva por otros caminos. Tiene el mar, el clima bonancible, el carácter mediterráneo de acogida… y ha reflexionado sobre el futuro para apostar por los museos y la tecnología. Está captando población, nómadas digitales, universidades privadas… Y Sevilla, que tendría una oferta inigualable si estuviese bien vendida y organizada, no ha sabido «ponerla en valor», como dicen los cursis.
-Por orden de prioridades, ¿usted se considera más andaluz, más español, más almeriense, más sevillano…más catalán?
-Yo soy un español de Andalucía. Cuando me preguntan, soy de los lugares que he amado. Sevilla, Madrid, Barcelona… No soy catalán pero he vivido allí y amo profundamente Cataluña. Mi raíz es almeriense. En Sevilla han nacido mis hijos…Todo eso me ha hecho ser profunda pero serenamente español. Y en la particularidad, me ceñiré a Sevilla, un poco a Sanlúcar, un mucho a Almería…
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«Tras tiempo de emigrar los andaluces pobres al norte, ahora no conozco ningún rico andaluz que emigre al norte, pero del norte al sur vienen todos los días»
Carlos Herrera
-¿Andalucía es una nación?
-Nación es aquello que estemos dispuestos a considerar que lo sea.
-Eso lo podría decir Pedro Sánchez… La comunidad de sentimientos.
-Sí, el Betis es una nación -risas-. Si me dicen que Cataluña es una nación, pues Andalucía también lo es. Qué configura la nación, ¿la lengua? ¿el habla? ¿las costumbres, el paisaje, la historia? Yo reconozco como nación a mi nación, que es España, y lo demás son particularidades. Si van a regalar naciones, quiero una para el Betis.
-¿Debería pesar más Andalucía en España?
-Seguro. Políticamente no somos conscientes del cambio vertiginoso que se está produciendo en diferentes percepciones. La Andalucía legañosa de la siesta, absentista, voceadora de fiestas y tópicos, está dando paso a una región que es la que menos absentismo laboral tiene de España, la que más crece en inversión extranjera, la que más graduados exporta a España y Europa, la que sostiene el PIB agrícola español, la que ha disparado las cifras del turismo…la comunidad con más potencial de España. Ya no es la broma condescendiente con que se nos trataba.
-Pero no le saca partido para sumar masa crítica en la esfera nacional de decisiones de poder.
-Eso no es una cosa rápida. Además el poder en España está dominado por los aranceles políticos de Cataluña y el País Vasco. Pero se empieza a saber y se irá imponiendo. Tras tiempo de emigrar los andaluces pobres al norte, ahora no conozco ningún rico andaluz que emigre al norte, pero del norte al sur vienen todos los días.

¿Moreno? «Ha puesto en orden las cosas»
Carlos Herrera
-Juanma
-Es un hombre que ha hecho de la serenidad una virtud, sin caer en la tentación de convertirla en marasmo. Ha puesto en orden las cosas. Transmite credibilidad y demostrar que la mayoría absoluta andaluza no era una mayoría social secuestrada por el clientelismo. Esa es la noticia política más interesante de España en los últimos años.
-Hay quien dice que se ha limitado a sustituir a los socialistas aplicando sus mismos esquemas.
-Sí, socialdemocracia de derechas -rie-. Quizá.
-Igual es que Andalucía es socialdemócrata. El miedo histórico al desamparo…
-Me parece razonable que el gobernante tenga eso en cuenta, pero que cree espacios para que el liberalismo económico y social pueda avanzar hacia el crecimiento. El crecimiento siempre es debido a los voluntarios que van poniendo pie fuera de los puntos políticos de referencia. Y la socialdemocracia a menudo cierra esa posibilidad.
-María Jesús Montero.
-Le tengo respeto personal pero políticamente me parece una caricatura. Como su jefe de filas, no tiene reparos en decir lo contrario de lo que hace y en hacer lo contrario de lo que decía. Y encima nos acusa de manipuladores a los que lo denunciamos. Y además se está tragando todos los sapos que su jefe le ha mandado. Por ejemplo, el privilegio fiscal a Cataluña. Es terrible enviar como candidata andaluza a quien va a firmar un acuerdo empobrecedor para Andalucía. Eso sólo lo hace un cabrón.
-Para haber estado casi 40 años en el poder en Andalucía, algo harían bien los socialistas, ¿no?
-Seguramente. Hicieron un planteamiento inteligente al arrebatar la bandera del andalucismo a los andalucistas, que siempre fueron una banda con algunas individualidades estimables y buenas intenciones, pero no un partido compacto. Borbolla fue un hombre muy decente. Pero para ellos Andalucía fue un lugar al que se mandaba un valido desde Madrid. La derecha cometió un error de libro en el referéndum de autonomía y ahí se garantizó el PSOE el poder. Hicieron bien muchas cosas, sí, pero siempre sujetos a la soberbia de la hegemonía. Esa soberbia que te hace creerte imbatible. Y lo pagaron.
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