entrevista
«A las bibliotecas de Sevilla las surten de libros empresas catalanas o vascas y no los libreros sevillanos»
Rafael Rodríguez Nuñez tiene cinco librerías en Sevilla junto a sus dos socios y están negociando con la Junta para tratar de corregir los baremos: «No podemos competir con distribuidoras en inclusión»
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Rafael Rodríguez Núñez lleva 26 años en el negocio del libro. Trabajó durante mucho tiempo en Librerías Beta, donde llegó a ser jefe de compras y coordinador de la cadena en Sevilla, Cádiz y Córdoba. Cuando esta empresa entró en quiebra hace nueve años, ... dos empleados y él se quedaron con varias librerías y desde entonces han ido abriendo otras nuevas (en la calle Asunción, sustituyendo a una ortopedia) o quedándose con otras como El gusanito lector, en la calle Feria, o la antigua Librería Reguera, en Santa Catalina, tras la jubilación de su dueño. La quinta y última librería sevillana de «Botica de Lectores» se abrió a finales del año pasado en la calle Luis de Morales, en el barrio de Nervión, donde durante veinte años acogió a sus clientes la librería Tharsis.
-En Sevilla se han cerrado en los últimos años las librerías Verbo, Caótica, Yerma, Tharsis, El Gusanito Lector, La Isla de Papel. ¿Han pedido ayuda a las Administraciones públicas?
-Estamos negociando con la Junta de Andalucía el tema de las compras públicas de libros. Esa partida ha caído enormemente en los últimos años y algunas librerías se han resentido mucho de estas pérdidas. Incluso algunas han caído por eso. Antes las compras públicas de libros para bibliotecas y demás eran mucho más directas pero la legislación cambió y se pasó al método de la licitación, cosa que entiendo. Pero es muy complejo para las librerías independientes optar a estos contratos. Se da la circunstancia rocambolesca de que a las bibliotecas de Sevilla están dotando de libros empresas o distribuidoras catalanas, vascas o navarras.
-¿Por qué a las bibliotecas de Sevilla no las surten las librerías sevillanas?
-Porque las licitaciones públicas son abiertas y ellas, que muchas veces no son librerías sino distribuidoras de gran tamaño, se llevan los contratos. El precio del libro está protegido por ley y el precio lo pone el editor, de modo que el librero sólo puede hacer un descuento del 5 por ciento y el caso de ventas a bibliotecas o a administraciones un máximo de un 15 por ciento. No podemos hacer nada con los precios, todos tenemos los mismos, pero al final esas distribuidoras catalanas, vascas, navarras o gallegas consiguen los contratos porque saben cómo mejorar la puntuación de sus ofertas.
-¿Cómo?
-Por ejemplo, contratando a personas con discapacidad. Eso les da puntos, rompen el empate y nos ganan. Y las librerías no tenemos capacidad para contratar a estas personas ni hacer este tipo de inclusión porque somos empresas pequeñas. El caso es que el dinero en compra de libros para bibliotecas y administraciones se está yendo para fuera de Andalucía.
-No creo que eso pase con las bibliotecas de Cataluña o el País Vasco.
-Yo tampoco lo creo. Seguramente pondrán algún requerimiento o requisito que les favorezca e impida a los de fuera hacerse con esos contratos. Por eso estamos buscando fórmulas con la Junta de Andalucía para que esa inversión pública en libros se quede en casa y no se vaya fuera de Andalucía.
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