Las víctimas del Patronato de la Mujer abortan el acto y niegan el perdón de las religiosas: «¡Verdad, justicia y reparación!»
El acto ha sido organizado por Confer, institución que representa a más de 400 congregaciones y unos 32.000 religiosos y religiosas
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«¡Verdad, justicia y reparación!». El cántico, repetido hasta la saciedad por las supervivientes del Patronato para la Protección de la Mujer, que enarbolaban folios con un rotundo mensaje, «No», ha abortado el acto con el que la Conferencia Española de Religiosos, Confer, buscaba el reconocimiento y reparación a las miles de adolescentes y jóvenes que fueron internadas, desde 1941 hasta 1985, en aquellos centros, dependientes del Ministerio de Justicia, pero regentados por varias congregaciones religiosas femeninas. Mientras medio auditorio, de pie, coreaba la consigna, el otro, formado por las religiosas y consagradas que también participaban en el acto, escuchaban sentadas, en silencio y con rostro entre el estupor y la perplejidad.
Hasta ese momento de los cánticos, la ceremonia había avanzado de acuerdo al guión previsto, aunque envuelta en una tensa calma. El objetivo, para la Confer, era «pedir perdón por el daño causado» por las varias instituciones religiosas que gestionaron esos centros donde fueron internadas mujeres de entre 15 y 25 años. Así, la primera parte ha consistido en varios testimonios en audio de aquellas mujeres que reflejaban las atrocidades que vivieron.
«La comida no la querían ni los cerdos»; «cuando mi embarazo llegó a su fin, casi fregaba más con la voluminosa barriga que con mis manos desolladas»; «sólo recibía insultos y recriminaciones»; «te hacían sentir que no valías nada y te habías arruinado la vida tú misma, cuando tú no eras responsable de nada»; «no se me permitía salir a la calle, ni a comprar, ni a nada, pero sí con mi padre que era mi abusador», han sido algunos de los mensajes que se han podido escuchar. ha sido la ausencia de algunos temas—«la censura», según lo han calificado después las supervivientes— la que ha causado el boicot, en concreto los referentes al «robo de bebés» y «los suicidios en los centros a causa de las condiciones».
«Nos habían censurado varios de los audios y nos habían prohibido hablar de bebés robados, cuando fueron muchos. ¿Qué tipo de perdón es este?»
De ahí se explicaba cómo, cuando correspondía el turno de palabra a Consuelo García del Cid, representante e interlocutora de las supervivientes, fuera aumentando la tensión, sobre todo cuando incluía, de forma improvisada, esas referencias, que según han explicado después, «habían sido censuradas».
Sin embargo, el momento clave ha llegado cuando Carmen Ortega, de las Oblatas; Antonia López, de Adoratrices; y Mati Mena, de las Terciarias Capuchinas, han intervenido para dirigirse a todas ellas con «humildad y profundo perdón» y reconocer que «fueron internadas en nuestros centros en contra de su voluntad, alejadas de sus familias y de su derecho a vivir su propia vida, privadas de libertad, expuestas a humillaciones y malos tratos», a la par que se les hacía creer «que su existencia estaba marcada por la culpa».
Las palabras no han servido a esa mitad del auditorio, que nada más finalizar las palabras de las tres religiosas han vuelto a reclamar que pidieran perdón y han interrumpido el acto con la consigna de «¡Verdad, justicia y reparación!» mientras levantaban los folios (con el «no») con los que negaban el perdón que les estaban pidiendo las religiosas. A ello se sumaba algún que otro grito de «ni olvido, ni perdón».
Ha sido el último e improvisado capítulo del acto. Ni el apagado de las luces para el visionado de un vídeo con fotos históricas, ni el intento del pianista por conseguir algo de silencio, han conseguido acallar la protesta, que se ha ido diluyendo pasados varios minutos cuando las supervivientes han abandonado el salón de actos, ante los rostros perplejos de las religiosas.
Turno para el Ministerio de Justicia
Poco después, ya en la calle, García del Cid explicaba los motivos del boicot al acto: «Nos habían censurado varios de los audios y nos habían prohibido hablar de bebés robados, cuando fueron muchos. ¿Qué tipo de perdón es este? Es un lavado de cara». Además ha añadido, como ya había anticipado a ABC, que el siguiente paso «será acudir al Ministerio de Justicia —del que dependió el Patronato hasta que fue disuelto en 1985—, porque nos debe diez años de democracia».
Por su parte, el presidente de Confer, Jesús Díaz Sariego, ha afirmado que entiende que «el proceso es largo y las heridas requieren un tiempo de sanación». Con todo, se reafirma en que ha sido un gesto «valiente y muy positivo». Díaz Sariego ya había explicado que es un acto que vienen «preparando desde hace un tiempo» y que «fue solicitado inicialmente por la asociación, Las desterradas hijas de Eva, mujeres que en su infancia y adolescencia pasaron por estos centros».
La ministra de Igualdad, Ana Redondo, la periodista Cristina Fallarás y la eurodiputada Irene Montero han estado en el acto. Esta última, buscando un momento de gloria, ha reclamado a la Iglesia y al Gobierno que se entreguen todos los archivos que existan de la realidad de estos centros que estuvieron en activo hasta 1985.
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