la defensora del lector
Letra, tinta, papel
Si a alguna cabecera debe preocuparle que un porcentaje significativo de sus lectores no puedan leer el periódico en papel en condiciones óptimas, esa es ABC
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En estos meses han sido varios los lectores que se han quejado de problemas para leer bien el periódico impreso: números en un color que contrasta mal con el fondo y hace difícil identificar la temperatura en el mapa del tiempo, tipografías pequeñas, o falta de intensidad de la impresión. Pero sendos mensajes recibidos estos días han vuelto a poner el asunto sobre la mesa con un ángulo nuevo.
El 25 de noviembre Isabel del Moral me hizo llegar una foto de su ejemplar impreso para enseñarme cómo «las letras de los artículos son pequeñas y con tan poca tinta que no se ve», y concluía pidiendo: «Hagan algo, por favor». Ya en diciembre, Guillermina Ariza argumentaba que «escriben en un gris difícil de leer para los que tenemos problemas de la vista. Si no es todo el artículo, son frases o nombres que hacen que nos tengamos que dejar los ojos leyendo. Por favor, pongan un poco más de tinta». Y su mensaje apunta una consideración adicional que es relevante: «El ABC y suplementos, por ejemplo el ABC Cultural, si no estoy equivocada, lo leen personas mayores o de cierta edad. Dudo que mayoritariamente lo lean los jóvenes».
Fernando Gil, director general de Operaciones de Vocento, señala tres posibles causas para explicar lo ocurrido: el uso de una tipografía pequeña, la densidad de la tinta o la blancura del papel. A priori, habría que descartar en los casos antes señalados el primero de los factores, a tenor de lo que señala Carlos Caneiro, director adjunto del periódico, quien asegura que el tamaño de la letra no se ha visto alterado en los últimos trece años, cuando tuvo lugar el último rediseño de la versión impresa. Sobre el segundo de ellos, la calidad de la tinta, Gil explica que está regulada por la norma ISO12647-3, que es «controlada en cada producción con instrumentos calibrados. Esta norma establece unos niveles óptimos de contraste entre texto y papel».
«El tercer factor que más influye en la legibilidad –prosigue Gil– es la blancura del papel. A mayor blancura, mayor contraste y mejor legibilidad. Pero el papel prensa es el papel con menor blancura debido al reducido gramaje y a contener gran cantidad de fibra reciclada».
«Dicho todo esto, y sin ver físicamente los ejemplares reclamados, solo podemos aventurarnos a suponer que el problema ha sido por el factor más variable, que es la densidad de entonación. Y dada la naturaleza del proceso industrial de impresión offset codset, puede ocurrir que en algunas zonas muy puntuales, la densidad de tinta sea escasa, aunque puedan estar cumpliendo la normativa», concluye Fernando Gil.
Asumiendo que puede tratarse de problemas puntuales y que los responsables técnicos constatan que se están respetando los estándares de calidad mínimos establecidos, sí cabe exigir un control extra sobre todos los ejemplares en las distintas plantas de impresión. Creo que, si a alguna cabecera debe preocuparle que un porcentaje significativo de sus lectores y suscriptores a veces no pueda leer en condiciones óptimas, esa es ABC. Y no solo por tratarse de un grupo importante, sino por el respeto que merece cualquier lector, y más los lectores mayores. Se abre aquí una oportunidad de liderar la manera de seguir haciendo accesible el periódico a un público fiel e interesado por sus contenidos.
La segunda reflexión es el desequilibrio entre las facilidades para la lectura y el consumo de contenidos que se ofrecen en la versión digital frente a una experiencia del lector en papel. Si la apuesta del periódico es hacer posible que los que disfrutan del ejemplar impreso se encuentren cómodos y tan bienvenidos como siempre, las decisiones que se tomen deben tenerlos en cuenta de la manera apropiada. Las dos versiones comparten lo esencial detrás de la marca ABC, pero atienden de manera distinta las necesidades y expectativas de los lectores.
No es la primera vez que una reclamación de los lectores ha provocado una solución que busca satisfacer mejor sus demandas, como ya sucedió, antes del verano con las crónicas taurinas. Pienso que los lectores merecen, sobre el devenir de la edición impresa, una reflexión profunda, transparente y honesta. Pero, sobre todo, como terminaba la señora del Moral en su mensaje, que «hagan algo, por favor».
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