ARTE
'Solo Sculpture Trail': la galería de arte sin paredes y al aire libre
ESCULTURA
El monumental proyecto Solo Houses, de Albarrán Bourdais, en los entornos naturales de Matarraña, da un paso de gigante con la puesta en marcha de un nuevo circuito permanente de arte público con obra a gran escala. Una llamada ecologista y responsable
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Nos encontramos, fotógrafa y un servidor, literalmente, en medio de la nada. Pero, probablemente, el medio de la nada más bonito que se puedan imaginar. Les pongo en situación: estamos en la comarca de Matarraña, en el Bajo Aragón. Muy cerquita del parque natural ... de los Puertos de Tortosa-Beceite, en la confluencia entre Aragón y Cataluña.
De hecho, nos dirán más tarde que, si trazáramos una línea recta, el delta del Ebro lo tendríamos a unos 20 kilómetros. Los núcleos urbanos más cercanos y de referencia son Cretas (al que pertenece este paisaje) y Valderrobles, uno de los pueblos con más encanto de nuestro país. Un sitio perfecto para perderse...
Nuestro coche se ha detenido (porque así lo ha indicado el GPS) en la Venta d'Aubert, una bodega ecológica fundada en 1980, pero si levantamos la vista reparamos en una hilera de banderas –que en realidad son una pieza artística de Carlos Amorales– que ondean al viento distintos 'hastags', y, si miramos a nuestro alrededor, nos salen al paso esculturas de Claudia Comte y Pedro Cabrita Reis.
De forma que arquitectura (la propia bodega, aunque luego vendrá más), arte y enoturismo se fusionan con el paisaje, casi idílico. Y lo hacen de forma natural. Nada invasiva. ¿Quién es el responsable de todo esto?
Para responder, tengo que presentarles a Eva Albarrán y Christian Bourdais, que pronto salen a recibirnos desde el edificio principal de la venta. Sus nombres posiblemente les sonarán porque ellos son los directores de una de las galerías más importantes de Madrid (en lo que fueron los talleres de Loewe en la ciudad), con un pie en París, y una segunda sede en Menorca, en una casa señorial situada frente al teatro de la ópera de Mahón. Como ven, lo de la arquitectura con personalidad les persigue.
La colección más curiosa del mundo
Así, y hacia 2010, fijaron su atención en este área, poniendo en marcha una de las colecciones más curiosas del mundo, inspirada en la histórica Case Study Houses de la revista 'Arts & Architecture', y única en Europa: Solo Houses, un proyecto que suma arquitectura a paisaje, resultado de dar carta blanca a jóvenes estudios de arquitectura para que diseñen un edificio que cuestione el concepto de vivienda y sobre todo, tenga en cuenta, de forma sostenible, el entorno. «Llegamos aquí buscando otros públicos y otros ritmos para el arte», confiesa Eva Albarrán, que reconoce que esta era «la locura personal de Christian», lo que «nos obligó a buscar un lugar donde desarrollarlo».
Portugal, Italia, Marruecos y Grecia fueron posibles emplazamientos del proyecto, cuya 'final' se dirimió entre Turquía y el escenario en el que nos encontramos. Sin duda, el origen español de Eva, pareja de Christian, jugó en favor de España: «Lo que teníamos claro es que no podía ser un lugar premium, por muchas razones; entre otras, las financieras, pero sobre todo porque buscábamos un destino en el que la Naturaleza tuviera siempre la última palabra, en el que no se viera la traza humana».



Sin duda, nada hace presagiar que en ese emplazamiento de unas 200 hectáreas están a punto de salirnos al paso las dos infraestructuras construidas hasta la fecha: se trata de Solo Pezo, la primera de las viviendas, con la firma de Mauricio Pezo y Sofia von Ellrichshausen, un mirador en forma de cruz sobre Matarrañana en el que la vivienda se desarrolla en torno a un patio central que es el contenedor de la piscina que le sirve de base; y Solo Office, de Kersten Geers y David van Severen, una estructura circular con forma de anillo cuyas paredes abatibles juegan con los conceptos de dentro y fuera, en torno a un jardín natural y una piscina. Solo Pezo vio la luz en 2015 tras una inversión de 800.000 euros. Dos años después se presentaba Solo Office, por un valor de un millón. Ambas pueden alquilarse por temporadas, una de las vías de financiación de toda la propuesta.
Además, prosiguen nuestros interlocutores, el escenario elegido «tenía que ser un lugar en el que las reglas de construcción permitieran ir más allá, que no fueran limitantes y no impidieran desarrollar el proyecto de forma libre y específica». La idea final es que la iniciativa se complete con 15 casas de autor –«las de los futuros premios Pritzker», a los que se les pone una condición: un respeto escrupuloso por el entorno–, junto a un hotel para el que Albarrán y Bourdais acaban de obtener, tras cinco años, todas las licencias necesarias, por lo que podría estar en funcionamiento en 2028. En este caso, su artífice será el chileno Smiljan Radic, quien llegó a Matarraña hace casi una década para comenzar a darle forma a esto.
Sin tocar el suelo
«Sin embargo -nos espetan los galeristas antes de que hagamos la pregunta- no podéis pensar en el hotel como un edificio al uso, y aún así será un proyecto espectacular». Eva y Christian nos invitan a subir una planta en la venta, en la habitación en la que hoy se celebran catas de vinos de la bodega que, desde 2022, es uno más de los inmuebles del complejo, donde se cultivan sus propios caldos (hasta 50.000 botellas), con ediciones especiales en colaboración con algunos de los artistas de la galería (Alberto García-Alix,Julio LeParc,Héctor Zamora...).
Allí, sobre lo que fuera el resto de una escultura de la también creadora y esposa de Radic se ha confeccionado una maqueta del futuro establecimiento: hasta 25 cápsulas independientes diseminadas en cascada sobre una losa de cemento que ni tocará el suelo, volada, con una zona común de piscina y restauración; muy sencillas, bien integradas en la Naturaleza; cada una con una orientación para que las vistas sean inmejorables en una extensión de unos 7.000 m2 en torno a un olivar «en el que se ha geolocalizado hasta el último árbol para no tocar ni un solo ejemplar histórico». La casa que podría tomar el testigo a esto sería, sobre un acantilado, la Solo Go, del japonés Go Hasegawa, que ya se publicita en la web de Solo Houses.



Era Boltanski, artista de la galería y uno de los padrinos del proyecto (pronto sabremos por qué) el que repetía constantemente a estos gestores que jamás ganarían a la Naturaleza: «Esa es la razón por la que trabajamos despacio, midiendo cada paso. Eso evita cometer errores». Y todo esto impone también dificultades. «Esto no es un parque natural, pero estamos muy cerca de uno. Y como la intención es que todo esté vinculado al paisaje y al contexto, no nos importa tampoco que todo sea un poquito más difícil, que no podamos llegar aquí y avasallar. Las construcciones se hacen pasando casi de puntillas. Las casas se mimetizan con la Naturaleza, desde lejos son casi transparentes. No ves un cable. Los tiempos se dilatan en el tiempo... Pero es importante ganarse, en ese tiempo, la complicidad del contexto, de los vecinos, de las autoridades locales. Que sientan también esto como suyo. Hacer algo fuera de la norma implica asimismo educar, ser pacientes», agregan.
Y en ese aprovechar los 'tiempos muertos' entra en juego la última pata del proyecto: un programa de arte público permanente, orquestado por la galería, que genera un recorrido con obras monumentales enclavadas en los espacios que dejan las viviendas construidas y las que están por venir, de forma que se crea otra vía de acceso al disfrute del paisaje.
Con una extensión de unos tres kilómetros (que pueden hacerse a pie o en bicicleta por tan solo 5 euros) este 'Solo Sculpture Trail' -ese es su nombre- da pie a un museo al aire libre de más de 20 propuestas a gran escala de artistas de primer nivel (muchos vinculados a la galería, aunque no solo ellos) con salida desde la bodega (es otra manera de integrarla en la iniciativa, dado que muchos curiosos, hasta 150 personas a la semana, llegan a Solo Houses desde la misma) y que tiene como antecedente las tres ediciones de una propuesta expositiva veraniega en esta línea que Eva y Christian pusieron en marcha en 2019, aprovechando la experiencia de la empresa de ella, Eva Albarrán & Co., que es una de las tres mayores productoras de arte contemporáneo en Francia.
«Todo es irresistible»
«Llevo con la agencia de producción en París desde hace 20 años, sigo con ella. El rodaje lo llevo conmigo. Cuando estás aquí, conoces a artistas, tienes el espacio, este es tan formidable como puedes comprobar, todo es irresistible. Además creamos tejido. Nunca hemos querido ser un ovni que llega aquí creando hostilidad. Esto ha sido posible comprando un terreno pequeño, luego otro, hablando con la gente, construyendo poco a poco y desde lo local. Hemos conseguido que todo el mundo esté orgulloso de lo conseguido. Mona Hatoum llegó aquí y trabajó en su obra con el herrero de Cretas, como antes lo hiciera Iván Argote. José Dávila lo ha hecho con el cantero... Artistas con una exigencia increíble, se dan la oportunidad de sorprenderse asumiendo el reto». Radic lo hará con los arquitectos españoles Miquel Mariné, César Rueda y Beatriz Borque.
¿Recuerdan las banderas de Amorales de las que les hablaba al comienzo? ¿Las esculturas de Comte y Cabrita Reis? Ellas forman parte de este 'Solo Sculpture Trail' que inaugura de forma oficial el próximo día 15 de junio y que nosotros ahora recorremos en primicia. Un paseo de una hora y media que concentra buena parte de sus obras en su punto de salida, la bodega, por una cuestión lógica de visibilidad, pero que luego habrá que ir encontrando mientras se serpentea un sendero.
«Es muy importante la experiencia de andar, por dónde pasas, por dónde subes, cómo te abres camino. A nosotros nos ha ayudado a conquistar el terreno, que es gigante, a abrir senderos, a cuidar y proteger el entorno», nos dicen. Y es lo que sucedió, por ejemplo, al introducir uno de los 'highlight' de la cita: los monumentales mamotretos de piedra de 15 toneladas de peso de 'The Act of Being Together', de José Dávila, cuya aparente inestabilidad hace hincapié en la dificultad de vivir juntos con nuestras diferencias. Eva y Christian se sirven en todo momento de la ayuda del paisajista Bas Smets, de igual forma que Hans Ulrich Obrist ayudará con los programas culturales.



Pero atención: «Esto no es un muestrario de obras bonitas o proezas constructivas», advierten los galeristas. Aquí hay cierto discurso comisarial en las piezas y autores seleccionados: hay reflexión crítica sobre un mundo en degradación, al borde del colapso, en propuestas como el 'Orbital', de Mona Hatoum, que muestra los cimientos de un planeta más que 'bombardeado'; o en Fernando Sánchez Castillo, que da una nueva vida, sobre la fachada de la bodega, a su 'Muera la inteligencia' (2006), con la famosa frase de Millán Astray a Unamuno, cuyo luminoso dejará solo encencidas las bombillas de 'Muera la ...IA'...
Frente a estas piezas, las que apuestan por la reconstrucción, las que creen en que nuevas formas de relacionarnos con el entorno son posible: los puentes sobre el riachuelo de Iván Argote, con poemas que invitan a la reflexión al cruzarlos ('Bridges: We Are Melting', 2019), los bancos para descansar de Oliver Mosset, o aquellos en los que SUPERFLEX invita a celebrar una asamblea inter-especies ('Interspecies Assembly, 2025)... Junto a ellos, Jordi Colomer, Boltanski (del que a las 200 campanillas de 'Animitas' se ha buscado nueva ubicación), Cristina Lucas, Héctor Zamora (ambos repetidores)...
¿Es esto una bienal?
¿Una segunda colección? ¿Su propia bienal? ¿Cómo definen estos promotores esta iniciativa?: «No es ni lo uno ni lo otro. Esto es una prolongación de la galería. Nos interesa también reflexionar sobre qué es una galería hoy, cuál es su misión. Como nos interesa bascular entre los grandes coleccionistas que adquieren las piezas [más de una compra ha caido ya] y el resto de los amantes del arte, incluso los que no saben que les gusta el arte. Estamos escribiendo una nueva página de lo que se entiende por este oficio, de lo que es el turismo hoy, y lo hacemos con relación al arte público, al paisaje. Aquí somos conscientes de que no hay un mercado inmediato, pero da lo mismo. Es parte del proceso».

De todo esto charlamos con ambos mientras disfrutamos de las piezas («perderse aquí es parte del encanto, aunque vayamos con un plano», recuerdan). Quince años han pasado desde que se embarcaron en esta locura («¡Cuántas veces hemos escuchado y nos hemos dicho esa frase!», ríen). Hoy incluso fabrican su propio vino, su propio aceite, bajo las premisas de la agricultura regenerativa, junto a enólogos como Stefan Dorst y César Fernández Díaz, con los que se busca también integrar el paisaje en resultados de autor.
Y nos hacen una última advertencia: «Hay que tener en cuenta que aunque todo parezca fuera de escala, la escala del proyecto es modesta. Son 200 hectáreas, que cuando vaya creciendo en edificaciones, seguirá siendo algo pequeño». La intención es que 'Solo Sculpture Trail' vaya también rotando sus obras cada dos años, generando otros circuitos. En el fondo, todo se regenera. Y en silencio. Como lo hace la Naturaleza en la que se despliega esta emocionante propuesta.
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