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Icónica Santalucía sevilla Fest

Leiva araña la Plaza de España con el 'memento vivere' de su Tour Gigante

El artista madrileño pasa por Icónica Santalucía Sevilla Fest dentro de su Tour Gigante, con Sevilla como la segunda ciudad en la que estrena las canciones de su último disco

Leiva arrasa con su directo del Tour Gigante dentro del Icónica Santalucía Sevilla Fest
Leiva arrasa con su directo del Tour Gigante dentro del Icónica Santalucía Sevilla Fest manuel oLMEDO

E. M. Malpartida

Sevilla

Ocurrió en una entrevista reciente. Sobre la pulsión de algunos artistas y su afán por trascender, Leiva aseveró que a él solo en vida le importa lo que pase con su obra: «Lo que ocurra después de muerto me da igual, como si la obra implosiona y nunca nadie más la escucha, ni sabe quién soy». Hay algo de esa levedad en sus conciertos. Momentos donde el mundo de ayer no importa, tan solo lo que ocurre ahí, en ese instante: un arañazo a la realidad. Como el último buche que le damos al vaso para saborearlo.

El pasado sábado 7 de junio el calor había estado agobiando durante todo el día en la Plaza de España, pero la noche trajo una sensación refrescante de estar viviendo algo especial. Para Sevilla, para Icónica Santalucía Sevilla Fest, para el propio Leiva. Pero sobre todo para las más de 16.000 personas que se dieron cita en el espacio diseñado por Aníbal González. Sin duda, la de esta noche se sintió como el verdadero comienzo del Tour Gigante, a pesar de los conciertos de Toledo.

Sobre las 22.30h termina la cuenta atrás en las pantallas del escenario con un breve medley de temas suyos y salen a escena Leiva y los suyos. La puesta en escena recuerda a la de los Arctic Monkeys en su última gira con 'The Car', con esa pantalla circular con primeros planos y filtros vintage —un trabajo a la altura de la anterior gira, ganadora del premio a la mejor gira por la Academia de la Música—.

El público estalla en un grito de júbilo que pone los vellos de punta: es una toma de tierra que nos acerca piel con piel a la fugacidad del momento. 'Bajo Presión' nos envuelve en una sensación de levedad: «Estás en tu mejor momento de largo / Puedes decirlo bien alto». Flota en el aire esa ligereza del 'memento vivere' como una hebra que podríamos usar para darle un par de pespuntes a las manecillas del reloj.

Nada de lo que sucede a continuación significa que lo que ocurre en Plaza de España vaya a trascender, pero no por ello es irrelevante. El público sabe que está presenciando algo enorme—o gigante, guiño, guiño—, por eso cuando suena 'La lluvia en los zapatos' nos dejamos llevar, festejamos los pocos recovecos arcanos de sus letras, mientras bailamos una de las canciones más importantes de su discografía: «Yo seguiré notando el universo en llamas / La lluvia en los zapatos».

Sobre el escenario le acompañan, en su mayoría, los de siempre: José Bruno (batería), Manuel Mejías (bajo), Juancho 'Sidecars' (guitarra), César Pop (teclados), Tuli y Gato Charro (vientos, coros y bailes) y la nueva componente, Mariana Pérez (a la percusión). Se produce durante la velada un pulso existencial, un Leiva contra Leiva en el que el único ganador (o perdedor) posible es el público. La victoria es un deporte de equipo: de las 22 canciones del setlist solo suenan seis del sexto álbum ('Gigante'), otras tres de Pereza y, el resto —la otra mitad— de sus anteriores trabajos.

Es complejo elaborar una lista de canciones cuando tu carrera musical alcanza un punto como el de Leiva, en el que lo nuevo necesita convivir con lo viejo para que el disfrute sea tanto de la banda como del público. Por eso, en ese rifirrafe ingrato de escoger temas entre el Leiva del pasado y el del presente, elegir el equilibrio puede que no sea lo más atrevido, pero es siempre una victoria para el respetable.

Un, dos, tres: le toca el turno a 'Gigante' —ganadora de la mejor canción rock por la Academia de la Música Española— y la velada aún está embotada por el néctar del éxtasis. En directo 'Gigante' nos devora, con Leiva marcándose un solo de armónica. Es esa batería buscona del madrileño—multinstrumentista, sí, pero baterista antes que otra cosa, incluso cantante— la que nos agarra del pecho y no nos suelta. La letra es, como todo el disco, una radiografía física y emocional: «Parece ser que mi voz tiene los días contados / Es excitante estar de nuevo en el mercado / Piensan que soy un filón y es todo lo contrario», canta el madrileño, que acusa unos problemas en sus cuerdas vocales desde hace años, aunque sobre el escenario de la Plaza de España no hay síntomas de recaída.

'Lobos', 'Terriblemente cruel' y 'Superpoderes' engarzan los temas del otro Leiva, el que empujó hasta llegar aquí, el que se soltó de una máquina perfectamente engrasada como Pereza para empezar (casi) de cero. «¡Buenísimas noches! Joder, cuantísima gente, por favor, qué sueño, muchísimas gracias, de verdad, venimos con muchísimos nervios», afirma Leiva. «Estuve año y medio viviendo fuera de la civilización, pensé que estaba bien pero de repente hoy me he dado cuenta, al pisar el escenario, que este es mi sitio», confiesa. «Empecé en los 2000 en una salita, la Fun Club, nunca imaginé ni me permití soñar que convocaría esta cantidad de gente, es apabullante para mí, no sé que decir, es una burrada. No he dormido nada, me fui tempranito a correr y me he encontrado con mucha gente que iba al concierto, qué gusto, qué peña tan cariñosa», afirma el artista.

Llega el turno para otro estreno, 'Cortar por la línea de puntos', una de las melodías mejor aliñadas por este baterista con alma de Beatle y hechura de Stone: «Muchas gracias por esto, es un privilegio que cada uno pague su entrada y esté aquí, gracias por todo, de verdad», afirma. 'Breaking bad' o 'Sincericidio' son la prueba de ello, canciones para los que escuchan un disco una y otra vez más allá de los singles y al terminar un tema ya tienen en la punta de la oreja las primeras notas del siguiente. Ahí, en ese estado emocional que va construyendo Leiva canción a canción, suelta 'El polvo de los días raros', probablemente una de las mejores canciones de su carrera.

El público de Plaza de España se deja arrastrar por ese crescendo que en realidad es una cuesta abajo y es por eso que terminas con el corazón corriendo, acelerado, como si tuvieras prisa por llegar a algún lugar. Esta es desde ya una de esas canciones que va a ser imposible sacar del setlist. «Venga esas manos arriba», pide el madrileño, y la Plaza de España es un alfiletero con miles de manos pinchando el cielo de Sevilla.

Otro de los estrenos, 'Ángulo Muerto', una de las composiciones más redondas del disco según su autor, entra como cuchillo en mantequilla: la gente ya está entregadísima al madrileño: «Esa vaina de estar por el cielo / solo es química a saco», se desgañita la Plaza de España. 'Flechas', 'Histéricos', 'Godzilla' (donde se le olvida la letra por un momento, pero llega airoso al estribillo) hilan un espectáculo a la altura de lo que se espera de él: uno de los mejores directos del país. Y, sin duda, él y los suyos lo consiguen. «Mientras tenga un micro, en esta canción voy a sugeriros que, si os apetece vivir un momento del presente, que guardéis los teléfonos móviles», pide Leiva, incidiendo sin duda en esa voluntad de vivir el momento, para tocar 'Vis a vis' solo a la guitarra acústica, en un instante mágico que la Plaza de España respeta con un solemne y respetuoso silencio.

Tras 'La Llamada', Leiva y su banda echan el resto con 'Caída Libre', otra de esas canciones que pasan a la historia emocional de sus seguidores, no solo por la importancia de compartirla con el mismísimo Robe, sino por la historia tan importante que hay detrás de la propia letra. También hay hueco para la nostalgia con 'Princesas' y 'Como lo tienes tú', canciones tan grandes que, independientemente de su voluntad, han trascendido la memoria colectiva para formar historia de la música de este país. Si antes hablábamos de levedad, es irónico que 'Como si fueras a morir mañana' sea uno de los temas elegidos para marcar la frontera con los bises (aunque tiene que interrumpirla porque se equivoca de tono, pero después de esta noche todo se le perdona).

En un espectáculo así, con un equilibrio tan bien buscado entre presente y pasado, acertar con los bises podría considerarse todo un arte. Así, elegir 'No te preocupes por mí', 'Estrella Polar' y 'Lady Madrid' es una forma de decir: fuimos, somos y seremos, hasta que el baile se acabe. Para eso estamos aquí, para sentir cómo Leiva araña su momento en la Plaza de España. A fin de cuentas, eso es lo que nos quedará: un recuerdo intrascendente, pero tremendamente valioso.

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